Sí, a
usted le dijeran que la tierra es la que se mueve alrededor del Sol, que el
Universo es infinito, que carece de sentido hablar de partes o de centro, pues
en lo infinito cualquier punto es el centro o que las estrellas no son las
lamparillas puestas por Dios, sino soles como el nuestro, incluso inmensos.
Soles que están dispersos en la inmensidad, sin límites del espacio infinito,
muchos de los cuales podrían tener planetas y que también podrían estar
habitados.
O si le hablaran de que la tierra, la naturaleza, es un gigantesco ser vivo,
que es preciso que se mueva en torno a su propio centro para participar de la
luz; de las tinieblas, del día y de la noche, del calor y del frío, que gira
alrededor del sol para participar de la primavera, verano, otoño e invierno,
hacia los llamados polos o puntos hemisféricos para la renovación de los siglos
y la mutación de su rostro. Seguramente usted no se asombraría.
Pero sí usted fuera parte de una sociedad oscurantista, ignorante y
supersticiosa, llena de dogmas impuestos por una iglesia medieval, del año de
1600, quizás usted apoyaría que a la persona que se atreve a decir tales
herejías: se le torturara y se le quemara vivo, acusado de: herético,
impenitente, pertinaz y obstinado Pues bien esto le paso a Giordano Bruno quien
postulo las teorías descritas anteriormente.
Los griegos Parménides, Platón y Aristóteles imaginaron al cielo como una
enorme esfera que gira alrededor de la Tierra, un universo esférico, con la
Tierra como su centro. Las estrellas se movían en un círculo alrededor de la
Tierra, con la misma velocidad a lo largo de una revolución que duraba
veinticuatro horas.
Para explicar que los planetas tenían una misma velocidad, se imaginó que las
estrellas estaban atrapadas en una esfera sólida que giraba alrededor de la
Tierra. Esta esfera se nombraba la esfera de las estrellas fijas, donde
terminaba el universo. Por lo tanto, el universo era finito y todos los
movimientos y las formas del cielo eran círculos perfectos.
Existió una voz contraria a esta teoría, la de Aristarco. ( 310 a. C. - 230 a.
C.) un astrónomo y matemático quien nació también en Grecia y decía que el
universo era más veces, mayor de lo que se pensaba y que las estrellas fijas y
el sol permanecen inmóviles. Afirmaba que era la Tierra la que giraba alrededor
del sol en la circunferencia de un círculo y que era el centro de esta
órbita.
Una las acepciones de la palabra Daimon la define como los espíritus de la
naturaleza, una más, como los seres divinos y semi divinos, intermediarios
entre los dioses superiores, los hombres y mensajeros de los primeros. Una
tercera dice; que son espíritus o energías interiores que actúan en el hombre,
así lo creía Sócrates.
El Daimon de Aristarco, fue un mensajero del espíritu del cosmos a
quien pocos entendieron. Sus ideas no fueron aceptadas por la mayoría de sus
contemporáneos, que acusaron a Aristarco de impiedad y sacrílego a la paz de
los dioses, por haber concebido tal estructura del Sistema Solar. Sus obras se
consumieron en las llamas, en el incendio de la biblioteca de Alejandría.
1.800
años después.
Mikolaj Kopernik (Copernico) fue un sacerdote católico, un sabio; jurista,
matemático, que practicó la medicina y la astronomía. Todos sabemos de su
teoría heliocéntrica. El 5 de marzo de 1616 la Congregación del Santo
Oficio declara acerca de la "falsa doctrina contraria a la Sagrada
Escritura, de que la tierra se mueve y que el Sol está quieto, y se le condena
y se prohíbe el libro "De Revolutionibus"
Galileo Galilei es juzgado y condenado, por repetir la ideas de
Copérnico; el castigo implicó no hablar más sobre su teoría, además de algunas
penitencias de tipo religioso. El Diamond de Galileo miró como el sabio, se
arrodilló para renunciar y retractarse, abjurar de su conocimiento... y guardo
silencio.
Giordano Bruno fue un Monje, cuyo Daimon, el espíritu de todas las cosas,
lo motivo y le dicto difundir con energía y atrevimiento por toda Europa la
teoría heliocéntrica de Nicolás Copérnico, que después de haberse publicado en
1543, después de la muerte de Copernico, no se tenía en cuenta.
Por ahí de 1580, el monje filósofo Giordano, refutaba también las tradicionales
ideas sobre la esfera de las estrellas fijas y en todos los recintos y en las
universidades: Toulouse, Sorbona, Oxford, Magdeburgo y Witemberg hablando de un
universo infinito, con infinitos soles, muchos de los cuales podrían tener
planetas e incluso ser habitados.
Bruno mantenía acaloradas polémicas que le atraían admiración pero también
bastantes enemistades. Frecuentó las cortes de Enrique III de Francia, y de
Isabel I de Inglaterra.
Doctor en teología, tiene diversas dificultades con la iglesia por no acatar
por completo las ideas y credos de la misma (ya había sido acusado de herejía)
Bruno se fue a Roma, viajo a Francia, y a Ginebra, donde reinaba el protestantismo.
Abandonó los hábitos, uniéndose a esta doctrina, pero pronto, ante sus críticas
a Calvino, debió también huir, acusado de coartar la libertad intelectual.
El Diamond de Giordano se reveló siempre en todas los ámbitos culturales de
Europa, se manifestó durante los siete años que paso preso, sufriendo lo
inimaginable, se mostró cuando no abjuro de sus ideas, ni de sus observaciones
científicas, por lo que fue quemado vivo.
Su Diamon no se incineró en las llamas. Actuó como "ideas", velo por
el saber y conformó el renacimiento. Perduró como un espíritu protector,
fue el mensajero de la bienandanza que subsistió entre los pensadores que
defendieron la libertad de pensar, influyendo en otros magos intelectuales, que
abrieron el camino a la revolución de la ciencia, dejando atrás el
oscurantismo.
La idea de los dáimones fue tergiversada, trastocada, cambiada, por
la cultura judío-cristiana, por la del demonio, un espíritu maligno
que puede poseer a los humanos.